Cada persona cuenta con tres sistemas de gestión emocional que están asociadas a diferentes zonas de nuestro cerebro.
Tenemos un sistema de protección que nos impulsa a cubrirnos la cabeza con las manos cuando vemos que algo se nos viene encima, por ejemplo. O que nos impide seguir comiendo algo que sabemos que nos va a caer mal, que nos hace evitar dormir a la intemperie de noche o tocar un enchufe con los pies descalzos. Así logramos protegernos de potenciales peligros, evitándolos, alejándonos de lo aquello que representa un riesgo para nuestra integridad.
Por otro lado contamos con un sistema de acción hacia aquello que deseamos, que consideramos oportuno, adecuado, beneficioso y que nos permite alcanzar nuestras metas. Este sistema nos impulsa a dirigirnos hacia nuestros logros y a acercarnos a lo que es valioso para nosotros.
Y por último tenemos disponible el sistema de serenidad. Es el que nos lleva a relajarnos y descansar, a conectarnos con el momento presente plenamente, sin necesidad de protegernos de algo ni de perseguir algo. Sin este sistema no podríamos dormir ni meditar para calmar los otros dos sistemas y dejar que nuestro cuerpo se restaure a sí mismo.
Cuando uno de estos sistemas predomina sobre los otros, se produce un desequilibrio perjudicial para nosotros y para quienes nos rodean.
Todos conocemos personas que se pasan gran parte del día dedicados al trabajo, a fijarse metas y a actuar para alcanzarlas sin descanso, desatendiendo sus relaciones mas preciadas y durmiendo poco porque no logran activar su sistema de serenidad lo suficiente como para conservar la salud.
También están aquellos que viven bajo amenaza, cuyas vidas están en peligro real o imaginario y no pueden concentrarse en aquello que desean lograr para sus vidas porque están todo el tiempo cuidándose para no ser dañados. Claro que tampoco pueden descansar y terminan agotándose.
Y nadie duerme las 24 horas, porque sino no podría experimentar la existencia plenamente.
Del equilibrio de estos 3 sistemas depende que llevemos una vida plena, gratificante y lo mas cercana posible a lo que deseamos. Saber cuales son nuestros límites, cuidarnos y tratarnos con paciencia pueden ser los primeros pasos hacia este equilibrio que es dinámico y está en continuo movimiento. Alguien que puede escucharse y respetarse a sí mismo, podrá hacerlo con los demás y construir juntos el camino del equilibrio en P.A.S.
El equilibrio de los 3 sistemas de regulación emocional: de Protección, de Acción y de Serenidad.